Centro
El Centro de Portugal, un país dentro del país, es un óptimo camino para conocer la identidad de Portugal. Tan diversificado y contrastante, conecta perfectamente el mar y la montaña encontrándose entre dos grandes ríos, el Duero en el norte y el Tajo en el sur. Por aquí, es posible caminar, naturalmente, por la historia y por el sabor.
La Ría de Aveiro es un óptimo punto de partida para conocer la región. Recorra el camino litoral, por los lugares de “Murtosa” y “Vagos” y por las ciudades de “Ílhavo”, “Aveiro” y “Figueira da Foz”, comprobando la importancia que la pesca tiene para las gentes locales.
A Oeste, en el litoral atlántico, el deslumbramiento de las playas, con un mar abierto y batido, son certezas de frescura para días calurosos y belleza para los días más fríos. Por este camino, el encuentro será, también, con los muchos surfistas de todo el mundo que llegan buscando las olas perfectas de “Peniche” y las gigantes de “Nazaré”. Pero no solo, la búsqueda es también por el pescado portugués, el mejor del mundo.
Siguiendo por el interior es caminar entre montañas y valles yendo al encuentro del Tajo Internacional, que exhibe un escenario natural excepcional, integrando un Parque natural, un “Geopark” (Geoparque) y una Reserva Natural. Por aquí, la naturaleza es soberana mostrando sus especies de la fauna y de la flora, raras o en vías de extinción, bien como las marcas de la historia de la tierra, con más de 600 millones de años. Por todo lado un patrimonio milenario, natural y edificado, perfectamente interconectado. Para comprobarlo, pase por aldeas históricas con parada en “Vila de Rei”, justo en el centro de Portugal. Para pleno disfrute del Tajo, vaya hasta “Constância” y “Vila Nova da Barquinha”.
En el centro las opciones son muchas y exigen que se conforte el estómago, aquí y allí. Existen sabores para todos los gustos, pescado fresco del río, asados, fritos, en escabeche o en “caldeirada” (caldereta y/o guiso de pescados). Asado también el “leitão” (cochinillo) y frito el cabrito, y después, los quesos y los embutidos, la miel y los dulces conventuales. Los vinos son también muchos y variados, blancos, tintos, rosados y cava, de regiones demarcadas.